La pianista y pedagoga Pilar Fernández de Mora (Sevilla 1867-Madrid 1929),Catedrática del Conservatorio de Madrid
Siendo una niña prodigio, contó muy pronto con la protección de la Familia Real española y el beneplácito de la crítica musical de su época, que con apenas diez años consideraba que la pequeña prometía «ser en el piano lo que en el violín son Monasterio y Sarasate»
Su formación corrió, en un primer momento, a cargo del prestigioso profesor de origen húngaro Óscar de la Cinna(Madrid, 1857 – 1934) y al violinista Antonio Fernández Bordas (Orense, 1870 - Madrid, 1950)18, pues no en vano llegó a acompañar a los ilustres violinistas Pablo Sarasate (Pamplona, 1844 – Biarritz, 1908) y Enrique Fernández Arbós (Madrid, 1863 – San Sebastián, 1939) o al cellista murciano Agustín Rubio Sánchez (Algezares, 1856 – Londres, 1940) y a actuar junto a la célebre pianista venezolana Teresa Carreño (Caracas, 1853 – New York, 1917)
Semejante excelencia artística y profesional tuvo dos consecuencias claramente visibles.
De un lado, la difusión en España de un repertorio pianístico de primerísimo nivel que incorporaba no sólo las obras más relevantes de (Bach, Beethoven, Scarlatti, Chopin o Liszt), sino también de músicos españoles y andaluces contemporáneos, como Isaac Albéniz o Joaquín Turina.
De otro lado, sus extraordinarias dotes educativas le permitieron crear un plantel de discípulos reconocidos a nivel nacional e internacional, entre los que descuellan especialmente José Cubiles (Cádiz, 1894 – Madrid, 1971), Antonio Lucas Moreno (Sanlúcar de Barrameda, 1900 – Madrid, 1973) y Remedios Martínez Moreno (Serón, Almería, 1903-1950).
Le fue concedida la Cruz de Alfonso X ‘el Sabio’, que le fue impuesta gracias a una comisión de profesores del Conservatorio de Música de Madrid encabezada por Jacinto Benavente que, junto con un nutrido grupo de familiares y amigos de la pianista andaluza, se encargó además de costear la insignia y ofrecerle un pergamino enmarcado en plata con más de doscientas firmas de felicitación y apoyo
A pesar de esta impresionante carrera profesional, es de destacar que Pilar Fernández Mora no renunció a tener una vida personal y familiar, pues se casó en París en 1890, en pleno apogeo de su carrera, con el capitalista catalán Francisco Manuel Pau, constructor del Gran Hotel Internacional de Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario